Los avances tecnológicos se pueden medir desde su tamaño hasta sus capacidades. Hemos visto con el pasar de los años, como los componentes tanto para PC de escritorio como laptops, son cada vez más pequeños en tamaño pero más rápidos y con capacidades aún mayores.
Una muestra de ello, es el paso de los discos duros convencionales a las memorias flash M.2, las cuales son más pequeñas en tamaño, pero pueden transferir 3 veces más datos por segundo. Las unidades SSD están disponibles como componente interno para PC, pero también existen unidades SSD de almacenamiento externo portables.
¿Qué es un SSD M.2?
Un M.2 SSD es un dispositivo que básicamente se utiliza para almacenar datos. Se le denomina de tipo flash porque tiene un chip con un circuito integrado en su interior, lo que le permite retener con mayor facilidad el último estado de almacenamiento, aún estando el PC apagado.
Esto último, se debe a su sistema de celdas de memorias basadas en puertas lógicas NAND, los cuales no requieren de los núcleos convencionales del CPU. Por otro lado, los SSD M.2 se diferencian de los HDD (Hard Disk Drive) porque están compuestos por elementos electrónicos basados en transistores, que son los encargados del almacenamiento.
¿Cuál es su tamaño y capacidad?
Actualmente los M.2 SSD ofrecen hasta 2TB de almacenamiento y su tamaño físico varía desde las más pequeñas con 22mm de ancho por 30mm de largo, hasta las más grandes con 22mm de ancho y 110mm de largo.
Aunque puedes fácilmente identificar el tamaño de una M.2 al leer su tipo, ya que los dos primeros números corresponden al ancho y los dos siguientes al largo, por ejemplo una M.2 Type-2280 hace referencia a una de 22mm de ancho por 80 mm de largo. Esta información es esencial para determinar la compatibilidad de una M.2 con una placa base. En la actualidad, podrás encontrar placas que te permiten agregar 2 o más tarjetas de tipo M.2.
Por tanto, antes de adquirir un M.2 es recomendable comprobar la compatibilidad con tu placa base. Así mismo, también es interesante revisar las opciones de configuración, porque dependiendo del tipo de placa base que utilice nuestro ordenador es posible que no consigamos una mejora considerable en nuestro equipo si nos cambiamos a un M.2.
¿Cuáles son las características principales de un SSD M.2?
Como unidades de almacenamiento, un SSD M.2 es ideal para dispositivos personales, ya que su vida útil puede extenderse entre 8 a 10 años. Sin embargo, no se recomienda tanto para servidores o estaciones de trabajo, porque debido al alto volumen de escritura que experimentan este tipo de equipos orientados al entorno empresarial, su vida útil puede reducirse a meses o incluso semanas.
Por otro lado, los SSD también suelen ser muy convenientes en ordenadores portátiles y notebooks: por un lado ayudan a reducir el peso del dispositivo, ocupan muy poco espacio dentro de la carcasa y además permiten capacidades de almacenamiento elevadas. En computadoras gaming, también ayudan a que el tiempo de carga de los juegos sea mucho menor en comparación con los discos duros convencionales. En definitiva, los SSD M.2 ofrecen un set de características de lo más interesantes respecto a los discos duros convencionales.
Ventajas y Desventajas de un M.2 SSD
La característica más reseñable sin duda es su tamaño en comparación con los HDD o discos duros estándar, puesto que ocupan menos de 10 cm de espacio físico, lo que disminuye el peso del dispositivo y aumenta notablemente las capacidades del equipo tal y como comentábamos hace un momento.
En este sentido, la ventaja principal de utilizar un SSD M.2 es su velocidad de escritura, ya que puede alcanzar prácticamente la capacidad del bus, que son alrededor de 3500 MB/s tanto en escritura como lectura. Además de esto, también existen SSD M.2 compatibles con el protocolo NVME, las cuales ofrecen una latencia menor.
Gracias a que consumen mucho menos voltaje, este tipo de unidades de almacenamiento ayudan a que el dispositivo no alcance temperaturas tan altas. De la misma manera, también facilitan disponer de un entorno de trabajo más limpio y ordenado, ya que no utilizaremos cables SATA tanto de alimentación como de transferencia, sino una instalación directa en la placa base.
Por otro lado, cuando un HDD tiene un peso aproximado de 50g, un SSD M.2 pesa tan solo 7 gramos, lo que es una reducción notable en el peso total del dispositivo al sustituir un HDD por un M.2.
Sin embargo, al no presentar fallos visuales ni ruidos mecánicos, la mayoría de veces resulta imposible identificar cuando un M.2 SSD dejará de funcionar, lo cual puede ser ciertamente problemático en determinadas situaciones. Otro aspecto en el que salen perdiendo los SSD es en el precio: el costo de un M.2 SSD es claramente mayor si lo comparamos con el precio de un disco duro estándar.
Sin embargo, las ventajas que ofrece están completamente justificadas a nivel monetario. Aún cuando un M.2 SSD está completo en almacenamiento, éste no reduce su velocidad de lectura y escritura, los tiempos de carga en sistemas como Windows se aceleran muchísimo, y en el apartado gaming aportan una mejora sustancial en la experiencia de juego con pantallas de carga mucho más reducidas.
Como usuario puedes depositar toda tu confianza en las unidades SSD M.2 porque no suelen presentar fallos, ofrecen un mayor rendimiento y su vida útil es considerablemente larga cuando se trata de dispositivos para uso personal.