Para los que sólo han conocido manga de colegialas con ojos destelleantes, robots chanantes, chavales en aventuras repletas de puñetazos, marranadas o una mezcla de todo lo anterior. Para los que buscan algo más adulto, más retorcido o simplemente delirante. Y sobre todo, para los que tengan un estómago a prueba de bombas, aquí va una selección de los autores más perturbadores que el país nipón nos ofrece.
HINO HIDESHI. El Abuelo del Saco
Uno de los padres de lo que hoy es el manga de terror, su primer trabajo profesional vio la luz en 1967, en un manga experimental publicado en una revista del gran Osamu Tezuka. Con un estilo vintage, simplista, casi mono, sus historias son una mezcla de castigo y misericordia, canalizados en un festín de sangre e inocencia perdida.
Este maestro del horror nos acerca al incómodo mundo de los desvalidos, los rechazados por la sociedad, la locura, lo bizarro y la porquería en general.
Dice haberse basado en hechos de su propia infancia, como el haber escapado por los pelos de la ira de sus conciudadanos cuando su familia era repatriada desde China tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. O hechos como el de que su padre fuera un criador de cerdos que portaba el tatuaje de una araña en la espalda, o que su abuelo hubiera sido miembro de la Yakuza.
También escribió y dirigió un par de películas gore de la serie Guinea Pig, que fueron prohibidas por estar erróneamente relacionadas con el asesino en serie Tsutomu Miyazaki. No, no ese Miyazaki.
MARUO SUEHIRO. El Pervertido
Bienvenidos al horror más refinado, el hambre por la masacre estética, pues este autor es la mezcla perfecta de lo naïf con lo más nauseabundo. En su obra encontraremos perladas de un Japón Imperial, escolares elegantes y psicóticos, escatología por doquier, nazis y ocurrencias de lo más irreverente; un universo desbordante de simbología, reminiscente de una época pasada y repleta de oscuras pulsiones.
Poético hasta límites surrealistas, insano hasta la médula, este mangaka es el máximo exponente de la belleza retorcida. Explora los deseos más recónditos, los tabúes más escandalosos, y ¡sorpresa!, nunca resulta vulgar. Personajes que se alimentan del placer de lo prohibido plagan sus páginas, en paneles que son puro arte. Maruo utiliza un dibujo detallado, cuasi exquisito, para reflejar un mundo atrofiado, lleno de paranoias, fetiches, sexo raro y niños en absoluto inocentes. Una mención aparte merecen sus ilustraciones a color, de una opulencia que dejan a uno con el culo del revés.
KAGO SHINTARO. El Salvaje
Este mangaka nacido en 1969 es el rey del extremismo. Estaría en las antípodas de Maruo, mostrando lo descarnado de manera cruda y a toneladas, acercándose a temas grotescos como el sexo extremo, la escatología o la mutilación sin aparente pesar, llegando a veces a la complacencia. Aquí no hay poesía, sino machete. Y es que las atrocidades se suceden a mansalva ante un mundo incapaz de reaccionar ante tal degeneración, presentándonos una simpática tolerancia hacia lo pútrido, casi como si de una parodia se tratase.
Pero cuidado, lo que el maestro Kago nos propone no es de ningún modo cómico. Será cuestión de gustos, pero aún no he encontrado un autor cuyas historias resulten más perturbadoras. Sirviéndose de un retorcido sentido moralista, crea historias plagadas de una punzante sátira social, tratando temas incómodos y encaminados a la provocación.
No olvidemos la vertiente más experimental de su obra, donde muestra un gusto por la vanguardia que se acaba tornando en un circo de lo incoherente. Su estilo es conocido por mostrar la paranoia de manera “modernilla»y es a menudo extravagante hasta rayar lo bizarro. Dignas de mención son sus cualidades técnicas, componiendo estructuras narrativas rompedoras y composiciones de página donde el uso del espacio es magistral, muleta que le es de gran ayuda en su camino a la abstracción.
ITO JUNJI: El Surrealista
Técnico dental de profesión, Ito decidió dejarlo y dedicarse a otro tipo de horror cuando ya era adulto, cosa poco habitual en el medio del manga. Es aun así uno de los más grandes, y sin duda, el más imaginativo de los autores de este género.
Siempre centrado en el terror sobrenatural, sus historias van sumergiendo al lector en una espiral llena de sorpresas y que son una verdadera gozada de leer. Su narrativa es interesante y muy creíble a pesar de la temática que suele plasmar, y resulta difícil dejar un tomo sin haberlo terminado.
Sucesos paranormales se suceden dando lugar a situaciones a veces al absurdas y desde luego, siempre grotescas. Los personajes están oprimidos por fuerzas oscuras, y en medio del desconcierto general, nos encontramos con un guión que se desarrolla de manera sorprendente, lleno de originalidad, pero que rezuma una latente fatalidad. Y es que en los cómics de Ito no hay salvación posible. Bueno, con la excepción de Diario Gatuno, una historia autobiográfica en la que el autor se reconcilia con los gatos de su mujer.